VALÈNCIA, 24 Oct.
El veterinario de 59 años detenido por descrestar y desbarbar a mucho más de 4.000 gallos para riñas ilegales actuaba "de manera embrollada": en ocasiones requería tijeras, otras cuchilla y a veces no empleaba ni el aerosol de anestesia.
Así lo dió a entender este lunes el capitán jefe del Seprona de Valencia, Carlos Domínguez, en una comparecencia frente a los medios en el contexto de la operación Cornellius, de la que se informó este fin de semana.
La operación arrancó el mes pasado de marzo, en el momento en que la Guardia Civil tuvo conocimiento de que se podían estar realizando mutilaciones de crestas de gallos de la raza combatiente español. El Seprona abrió diligencias y advirtió cien certificados que amparaban estas mutilaciones de 4.445 gallos organizados en 17 provincias de España.
En el lapso de la investigación, indicó el capitán jefe, los agentes averiguaron que el detenido, a veces, daba los certificados firmados sin ni siquiera moverse a las instalaciones, lo que supondría un delito de falsedad reportaje.
Así mismo, se percataron de que su seguir era "bastante caótico": "En ocasiones, según las manifestaciones que disponemos, usaba tijeras, otras lo hacía con cuchilla, en ocasiones utilizaba aerosol de anestesia y otras no", explicó Domínguez.
El capitán jefe ha expuesto que el descreste de la cara del gallo es una sección "muy sensible" pues el animal tiene bastantes vasos sanguíneos y terminaciones inquietas y es "arriesgado".
Ha correcto que para las riñas, estos gallos "deben estar de esta manera" pues "si no, el sangrado sería mayor y podría fallecer antes o no ver a lo largo del combate gracias a la abundante sangre", dijo.
Preguntado por de qué manera marchan estas riñas de gallos, el capitán jefe respondió que en esta operación no se han basado en exactamente las mismas, sino más bien en "eliminar del circuito a un veterinario que estaría protegiendo cientos de descartes y desbarbes de gallos". No obstante, ha comentado que si a causa de la instrucción procesal se puede agrandar la operación y enfocarse a las riñas de gallos, "se va a hacer", ha adelantado.
El operativo acabó con la detención del veterinario al que se le imputan delitos de castigo de animal y de falsedad reportaje. Domínguez ha subrayado que lo "esencial" de estos delitos es que, aparte de la pena de prisión por castigo animal, que va de tres meses a un año de prisión, "hay una inhabilitación de uno a tres años".
Sobre el delito de falsedad reportaje, indicó que la pena de prisión va de tres a seis años y la inhabilitación de 2 a otros seis años. "Las penas importan y aguardamos que ejemplares para un veterinario que debería trabajar por el confort del animal", ha manifestado el capitán jefe del Seprona.