VALÈNCIA, 27 de noviembre.
La organización València Acull ha tomado la iniciativa de solicitar la regularización de un joven marroquí de 20 años, cuyo acto heroico le permitió salvar la vida a un hombre de 73 años durante la reciente gota fría conocida como Dana, en un incidente que podría haber terminado en tragedia para ambos.
El joven, identificado como Mehdi, reside en el barrio del Parque Alcosa en la localidad valenciana de Alfafar y se encuentra en situación irregular. Desde que dejó Marruecos con tan solo 17 años, ha experimentado un arduo viaje que lo llevó a cruzar media Europa, enfrentándose a diversas adversidades por el camino.
En los últimos meses, Mehdi ha estado viviendo en Alfafar junto a un compatriota, buscando formas de subsistir a través de pequeños empleos relacionados con su educación profesional en soldadura y mecánica de motos, aunque a menudo han aceptado cualquier trabajo disponible, desde obras hasta mudanzas.
El día 29 de octubre, durante la DANA, Mehdi no solo sobrevivió a la tormenta, sino que también rescató a su vecino Enrique García, quien se encontraba al borde de ser arrastrado por la corriente: “O lo salvaba o me moría yo también”, explica Mehdi al recordar el momento en que arriesgó su vida para ayudar a otro.
Enrique, visiblemente emocionado al rememorar los acontecimientos, ha declarado que sin la intervención de Mehdi, “no habría contado esta historia” y desea que su acto de “humanidad” sea reconocido públicamente.
València Acull tiene la intención de dirigirse a la Delegación del Gobierno para solicitar que se regularice la situación de Mehdi, amparándose en las "circunstancias excepcionales" que la ley contempla y que, tras lo ocurrido, claramente se manifiestan en este caso particular.
La noche del 29 de octubre, mientras buscaba algo para cenar en un supermercado del barrio, Mehdi se encontró atrapado por las inundaciones y decidió refugiarse en una máquina expendedora donde ya se albergaban varias personas. “Las persianas de los bajos estallaron y comenzaron a salir electrodomésticos, llevados por la corriente junto a los vehículos. La situación se deterioraba rápidamente. Yo, que mido 1,77 metros, vi cómo el agua me alcanzaba a la barbilla, mientras el señor Enrique apenas podía mantenerse a flote”, relata José Ricardo Rodríguez, quien también se encontraba en ese refugio improvisado.
En el reducido espacio que quedaba en la máquina expendedora, se resguardaron Enrique García, que no pudo volver a su hogar, Laura Gracia, copropietaria de una farmacia local que abandonó su coche en un intento de regresar a casa, y un vecino que desafortunadamente no pudo ser rescatado y pereció ahogado.
A medida que el nivel del agua iba en aumento, Mehdi, Laura y José Ricardo evaluaron que era necesario arriesgarse para nadar hasta una caja de metal adosada a un pilar, de aproximadamente 1,70 metros de altura y menos de un metro de ancho.
Lograron subir a la caja, pero Enrique y el otro hombre permanecieron en la máquina expendedora. Enrique intentó alcanzar la caja, pero la corriente se lo llevaba. Así, se aferró a un pilar cercano mientras Mehdi y los otros intentaron mantener la calma. Pasaron diez minutos angustiosos en los que el agua empezó a llegarles a los tobillos a quienes estaban en la caja. Mientras tanto, desde los pisos cercanos, otros les gritaban desesperadamente para que aguantaran, ya que los teléfonos no funcionaban y no podían llamar a servicios de emergencia. En un momento dado, perdieron el contacto con Enrique, lo cual llevó a Mehdi a despojarse de su sudadera y lanzarse al agua para buscarlo.
“Se jugó la vida, yo pensaba que ambos se ahogaban”, comenta Laura, quien considera que la valentía de Mehdi fue crucial para la salvación de Enrique. Tras arrastar a Enrique hacia la caja, les ofrecieron un palo que les ayudó a salir del agua. Los cuatro se mantuvieron en la cima de la caja durante aproximadamente cuatro horas, muy juntos y casi sin moverse para mantenerse calientes, ya que Mehdi había perdido su sudadera y mostraba síntomas de hipotermia.
Intentaron convencer al otro hombre que seguía en la máquina expendedora para que se acercara a la caja, pero él les aseguró que no había problema, ya que planeaba dejarse llevar por la corriente mientras flotaba. Poco después, perdieron su rastro. Finalmente, cuando el nivel del agua comenzó a descender, los cuatro lograron cruzar a los edificios opuestos en busca de seguridad.
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