Crónica Valencia.

Crónica Valencia.

"Voluntarios brillan en la adversidad: la satisfacción de ayudar en tiempos difíciles"

VALÈNCIA, 28 de octubre.

Un grupo de profesionales valencianos, entre ellos bomberos y enfermeros, demostraron una vez más su compromiso vocacional ante la adversidad. Durante la devastadora dana que afectó a la región el 29 de octubre del año pasado, muchos de ellos se movilizaron, ya fuera a través de ONG organizadas o de manera individual, para ofrecer su ayuda a las miles de personas que quedaron atrapadas en la tragedia. A un año de esos sucesos, relatan que la experiencia fue profundamente gratificante. "Ver la felicidad en el rostro de la gente cuando les brindabas apoyo fue algo que no olvidaré", comentan algunos de estos voluntarios en una entrevista con Europa Press.

Teo Javaloyes, presidente de la ONG Bombers pel món y cabo en el cuerpo de bomberos del Ayuntamiento de València, comparte su experiencia: "Estuvimos presentes en la respuesta a desastres en Turquía y Libia, y ahora, a pocos kilómetros de nuestras puertas, nos enfrentamos a esta emergencia".

Recuerda cómo, al organizarse con sus compañeros, se percibía una intensa motivación por ayudar. “Desde el primer momento, había un deseo de actuar y ofrecer nuestra colaboración”, señala.

Los voluntarios de Bombers pel món cumplieron con sus responsabilidades laborales antes de salir a las calles, manteniendo esta dedicación durante 20 días, desde el 30 de octubre hasta el 16 de noviembre. "La satisfacción de ayudar en mi hogar fue inmensa", menciona Javaloyes, añadiendo que el estrés era parte del proceso, ya que la presión de resolver problemas se intensificaba por la urgencia de las necesidades de la comunidad.

A pesar de las dificultades, la respuesta de los vecinos les dio impulso. "El agradecimiento y la generosidad de la gente eran abrumadores", recuerda. "Era un esfuerzo colectivo; el pueblo se unió para ayudar al pueblo", añade, destacando el sentido de comunidad que emergió en esos momentos difíciles.

Jaume Andújar, enfermero del Hospital General de Castelló, también se unió a los esfuerzos, pidiendo permiso para ayudar a sus conciudadanos. A pesar de que cualquiera podría limpiar barro, él podía realizar intervenciones sanitarias, lo que consideraba crucial. Se sintió frustrado cuando en el punto de atención médica en Benetússer le dijeron que no lo necesitaban. "Me sentía menospreciado; había mucho que hacer", explica.

Decidido a hacer la diferencia, salió con su mochila de suministros junto a un par de colegas. Visitando casa por casa, atendieron a quienes necesitaban ayuda en un barrio muy afectado, el Parque Alcosa. “Los abuelos, muchos incomunicados, sólo pedían atención médica”, detalla, y recuerda cómo sus rostros se iluminaban al recibir ayuda. "Era una experiencia conmovedora que me hizo sentir útil", sostiene.

Un año después, Andújar aún vive con las imágenes de lo que presenció, reconociendo que esas memorias perduran. "Es un recuerdo difícil de borrar, pero he aprendido a convivir con ello. Cada uno ayuda a su manera", concluye.

Por otro lado, Ana Parent, enfermera en el Hospital General de València, también se vio afectada por la dana y experimentó dificultades para ayudar a otros mientras lidiaba con sus propios desafíos. Al no poder salir de casa durante dos días, publicó en sus redes sociales su disponibilidad para ayudar. Pronto, colegas de otras localidades llegaron con medicinas, y organizaron los servicios necesarios para atender a la población afectada.

Tratar con vecinos a los que conocía personalmente fue complicado. “Era difícil desconectar mi lado personal. Yo también había vivido el desastre”, recuerda. Sin embargo, esta conexión le permitió afrontar la situación de una manera más compasiva, enfocándose en la necesidad de asistencia en lugar de su propia angustia.

Un año después, Ana y sus compañeras evitan hablar del tema, pues revivir esos momentos es doloroso. “No quiero volver a pasar por eso. Fue algo tan difícil que con los años puede que se convierta en un recuerdo, pero sigue siendo una tragedia difícil de procesar”, dice.

La ola de solidaridad provocada por la dana fue evidente en las calles, donde miles de personas de distintas partes de España acudieron para ofrecer su ayuda. Uno de los símbolos de esta solidaridad fue el llamado 'Puente de la Solidaridad', que une el barrio de San Marcelino con La Torre, donde cientos de voluntarios, armados con herramientas de limpieza, cruzaban para asistir a los afectados.

Este puente ha sido renombrado en honor a los voluntarios, y su legado se ha perpetuado a través de un mural en la Rambleta, creado por los artistas Paco Roca y Martín Forés, que inmortaliza la hazaña comunitaria. También, la Ciudad de las Artes y las Ciencias se convirtió en un punto de encuentro icónico para miles de voluntarios dispuestos a ayudar, especialmente en los días posteriores a la tragedia, cuando las condiciones de movilidad eran escasas.

Durante los primeros días de la tragedia, la Generalitat estimó que más de 20,000 personas se movilizaron, siendo el 2 de noviembre especialmente notable, con cerca de 15,000 dispuestas a colaborar. Un claro testimonio del espíritu de unidad y cooperación que emergió en un momento tan crítico para la comunidad.