El Ayuntamiento de València, bajo la dirección del equipo de gobierno compuesto por el Partido Popular y Vox, ha decidido en el pleno ordinario del mes de julio avanzar con una modificación en el nombre de la ciudad, que pasará a ser conocido oficialmente como Valencia/Valéncia. Esta propuesta, sin embargo, ha encontrado la oposición firme por parte de los grupos Compromís y PSPV-PSOE, quienes han votado en contra.
Este ajuste en la denominación será elevado a la Generalitat, y será la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL) la entidad encargada de tomar la decisión final sobre este importante cambio. Según José Luis Moreno, concejal de Acción Cultural y Patrimonio, esta modificación busca reflejar un enfoque de sentido común y realismo social en la denominación, dando lugar a una interpretación lingüística que concuerde con la pluralidad de la sociedad valenciana.
Moreno argumenta que la versión bilingüe del nombre es una representación adecuada de la actualidad sociolingüística de València. De acuerdo con su visión, el bilingüismo es esencial y se ajusta a la realidad de un municipio donde coexisten dos idiomas oficiales, el español y el valenciano. “La pronunciación de los habitantes debe ser un criterio fundamental”, añadió, enfatizando el estudio encargado que respalda esta decisión.
En sus declaraciones, el concejal también hizo referencia a guías de expertos, incluyendo el Grupo de Expertos de las Naciones Unidas, que abogan por considerar la pronunciación local y las diferencias lingüísticas en estos procesos. La normativa actual permite que los municipios utilicen la forma adecuada de acuerdo a las circunstancias lingüísticas en las que se comunican.
Por su parte, José Gosálbez, portavoz de Vox, subrayó la importancia de respetar ambas lenguas y afirmó que el nombre de Valencia debe reflejar tanto su denominación en valenciano como en español. Rechazó cualquier insinuación de que la propuesta representa una forma de catalanismo, defendiendo que el acento cerrado es una opción más auténtica y acorde con la pronunciación real de los valencianos.
A pesar de estos argumentos, la oposición ha expresado su firme desacuerdo. Borja Sanjuán, portavoz del PSPV-PSOE, criticó a la coalición en el poder por lo que considera un intento de imponer una cultura hegemónica y borrar las características propias del valenciano. Para Sanjuán, la propuesta del gobierno municipal no solo es un cambio de acento, sino un paso hacia la oficialidad exclusiva del castellano en detrimento de la lengua valenciana.
Desde Compromís, Papi Robles y Pere Fuset también se han manifestado enérgicamente contra la decisión del gobierno. Robles argumentó que debates como el que rodea el nombre de la ciudad desvían la atención de problemas más urgentes, como la limpieza y la gestión de servicios. Fuset agregó que los concejales deben enfocar su labor en mejorar la política en lugar de utilizar el tema lingüístico como un arma de confrontación política.
Fuset insistió en que es la Acadèmia Valenciana de la Llengua la que tiene la autoridad para decidir sobre estas cuestiones y advirtió que el gobierno está creando una situación conflictiva donde no existe. Sugirió que el nombre de la ciudad se mantenga en València, dejando la decisión sobre el acento a la AVL.
El debate se ha intensificado, y la respuesta del gobierno local ha sido clara: continuar con el proceso de cambio planteado, con el respaldo de un análisis técnico que garantiza la razón académica detrás de sus decisiones. En este sentido, las posturas se han polarizado, reflejando las tensiones lingüísticas y culturales que persisten en la comunidad valenciana.
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