La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ha emitido un aviso sobre la prolongación de la inestabilidad climática en la región, que se espera afecte a gran parte de la semana. La DANA, conocida como Alice, ha traído consigo intensas lluvias que han generado situaciones críticas en varios municipios.
En tan solo cuatro horas, localidades como Alcántara de Xuquer y Cotes han registrado precipitaciones de hasta 89 litros por metro cuadrado, con otras localidades como Antella y Castelló también experimentando acumulaciones considerables de agua.
Según el Centro de Coordinación de Emergencias de la Generalitat, las lluvias han sido persistentes y afectan a diversas áreas, alcanzando cifras significativas como 46,6 litros en Teulada y 41,6 en Sagra, entre otros puntos de la provincia.
Las autoridades informan que la situación en los barrancos se ha complicado, destacando la crecida del caudal del barranco del Poyo en Torrente y del barranco Gallego en Chiva. Ante estas circunstancias, se ha solicitado la colaboración de la Confederación Hidrográfica del Júcar para monitorear el impacto de estas crecidas.
La noche ha dejado su huella con un saldo de 12 achiques, 14 rescates y numerosas intervenciones en Valencia. En Castellón, se ha atendido un incidente relacionado con el agua en una vivienda y un vehículo, mientras que en Alicante, las lluvias no han causado problemas significativos.
Aemet advirtió que, a pesar de que el día sábado fue particularmente complicado, la inestabilidad atmosférica continuará presente en el mediterráneo español. La influencia de un anticiclón estacionario sobre las Islas Británicas está detrás de la persistencia de esta DANA.
Los meteorólogos prevén que esta fase de bloqueo se mantendrá, lo que generará un ciclo de inestabilidad en la región. A medida que la DANA se estabilice, nuevas perturbaciones de aire húmedo seguirán alimentando las condiciones de lluvia.
Además, la Aemet ha aclarado que este fenómeno se caracteriza por la entrada de aire húmedo desde el este, junto con un anticiclón que influye en la formación de tormentas localizadas en áreas específicas, normalmente costeras o en terrenarios bajos.
Lo más preocupante son las inundaciones que pueden generarse cuando lluvias intensas se concentran en pequeñas áreas, ya que estas tormentas pueden ser prolongadas y contar con una movilidad reducida, aumentando así el riesgo de daños. Aunque la lluvia sea necesaria, su acumulación sobre suelos ya saturados introduce un agravante considerable a la situación.
Las últimas cifras indican que algunas poblaciones de la Safor y la Ribera han acumulado más de 200 litros de agua, un recordatorio de la seriedad de los retos climáticos que enfrenta la región en estos momentos. La alerta permanece activa ante la posibilidad de nuevas tormentas que agraven la situación actual.
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