Crónica Valencia.

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Fisioterapeuta condenado a 10 años por abuso a menor con parálisis cerebral

Fisioterapeuta condenado a 10 años por abuso a menor con parálisis cerebral

En València, la sección de apelaciones penales del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJCV) ha confirmado la sentencia de 10 años de prisión para un joven fisioterapeuta que abusó sexualmente de una niña de dos años y ocho meses con parálisis cerebral y retraso en el desarrollo motor.

El tribunal desestimó el recurso de apelación presentado por la defensa del joven, quien había sido condenado por la Audiencia de Valencia por abuso sexual a menores de 16 años. A pesar de que el acusado alegó que estaba examinando el suelo pélvico de la niña con el consentimiento de los padres, el tribunal no aceptó su versión de los hechos.

Tanto la Fiscalía como la acusación particular pedían penas más altas para el joven, pero finalmente se determinaron 10 años de prisión. El TSJCV consideró que el acusado no proporcionó pruebas suficientes para demostrar que su actuación tenía un propósito médico y no sexual.

Además, se tuvieron en cuenta los testimonios de los padres, quienes presenciaron una situación comprometedora entre el joven y la niña, así como pruebas biológicas que respaldaban el abuso. El tribunal concluyó que la condena era necesaria y justa.

La sentencia fue considerada correcta y adecuada por el TSJCV, que destacó la veracidad de la prueba presentada durante el juicio. El joven desempeñaba sus funciones como fisioterapeuta desde 2017 en una empresa contratada por el Ayuntamiento para brindar servicios a niños con necesidades especiales.

El abuso ocurrió durante una sesión de rehabilitación en la que el joven se aprovechó de la vulnerabilidad de la niña para satisfacer sus deseos sexuales. Los padres intervinieron al escuchar el llanto inusual de la niña y encontraron al joven en una situación comprometedora con la menor.

La madre llevó a la niña a Urgencias, donde se confirmaron lesiones causadas por el abuso. El impacto emocional del incidente resultó en un trastorno de estrés postraumático para la niña y su familia. La justicia ha sido servida, pero las cicatrices emocionales perdurarán mucho tiempo.