 
                                        El laboratorio Salvem les Fotos de la Universitat Politècnica de València (UPV) se ha dedicado a recuperar imágenes históricas significativas, como las de Antonio García, suegro del famoso pintor Joaquín Sorolla, y Kaulak, sobrino del político Cánovas del Castillo. Este esfuerzo surge en respuesta a la devastadora dana que afectó a la provincia de Valencia el 29 de octubre de 2024, arrasando innumerables recuerdos de los afectados.
La restauradora Esther Nebot lidera este proyecto con un profundo sentido del compromiso hacia la preservación del patrimonio cultural. Para ella, cada fotografía rescatada representa una parte invaluable de la historia de la comunidad, afirmando que "salvar cada imagen es como salvarnos a nosotros mismos". Hasta la fecha, el laboratorio ha restaurado miles de fotografías, muchas de las cuales quedaron dañadas o perdidas en el lodo que cubrió la región durante el desastre.
Entre los fragmentos de la tragedia, han emergido no solo instantáneas de la vida cotidiana de las familias, sino también obras de renombrados fotógrafos de inicios del siglo XX. Nebot destaca que el revivir de estos trabajos, signados con nombres de pioneros de la fotografía en España, ha sido un momento de gran emoción para el equipo, dado que los métodos de captura de ese entonces eran sumamente avanzados y cuidados.
Antonio García, aunque poco conocido por el público general, fue un fotógrafo de renombre y figura clave en la historia del arte español, gracias a su conexión familiar con Sorolla. Sus obras, que abarcan temas familiares y sociales, han vuelto a brillar tras haber estado ocultas bajo el barro de la tragedia.
Otro descubrimiento relevante fue el de Kaulak, seudónimo de Antonio Cánovas del Castillo y Vallejo, un fotógrafo reconocido por su elegancia en retratos de estudio. Nebot menciona que, aunque muchas de estas imágenes fueron encargos privados, también sirven como un testimonio valioso sobre la sociedad de la época, reflejando estilos, modas y comportamientos ante la cámara, aportando así un entendimiento más profundo de la cultura visual de finales del siglo XIX y principios del XX.
La conservación de estos documentos visuales es esencial para el entendimiento de la identidad colectiva, según Nebot. En su reflexión sobre el impacto de las crisis, subraya que a menudo solo se comprende la magnitud de la pérdida cultural y social tras un desastre. En este contexto, el equipo del laboratorio no solo se ha comprometido a restaurar las imágenes recibidas como tesoros únicos, sino también a crear protocolos para futuras emergencias.
La protección del patrimonio cultural y familiar, como la fotografía, es una labor que debe llevarse a cabo por profesionales cualificados. Nebot enfatiza que una intervención no adecuada, aun con las mejores intenciones, puede resultar en daños irreparables. En este sentido, el Grupo Español de Conservación del International Institute for Conservation (GEIC) ha ofrecido apoyo constante al proyecto, formando una red de voluntarios capaces de responder ante crisis y salvaguardar el patrimonio en riesgo.
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