Crónica Valencia.

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Expertos advierten sobre la necesidad de fortalecer la resiliencia en cuencas mediterráneas ante lluvias intensas.

Expertos advierten sobre la necesidad de fortalecer la resiliencia en cuencas mediterráneas ante lluvias intensas.

VALÈNCIA, 28 de octubre.

La Cátedra de Cambio Climático de la UPV-GVA ha subrayado la urgencia de fortalecer la capacidad de resiliencia en las cuencas mediterráneas frente a fenómenos climáticos extremos. Expertos han advertido sobre la complejidad en los patrones de flujo en estas zonas, que muestran reacciones muy rápidas a las lluvias intensas.

Recientemente, se llevó a cabo una mesa redonda titulada "La riada del 29/10/24 en València: lecciones aprendidas para mejorar la resiliencia frente a eventos extremos". En este encuentro, profesionales de la meteorología, hidrología, planificación territorial y gestión de emergencias compartieron sus perspectivas sobre dicho evento natural.

Los especialistas destacaron que los ríos mediterráneos presentan flujos no lineales, con respuestas agudas a los episodios de precipitación intensa. "No solo es importante la cantidad de lluvia, sino las áreas afectadas y el impacto que esta tiene sobre el territorio", afirmaron durante sus intervenciones.

Félix Francés, profesor de la UPV y miembro del IIAMA, moderó esta sesión, que incluyó a destacados panelistas como Jorge Tamayo de Aemet-CV, Fuensanta Artés de la Generalitat Valenciana, Francisco Vallés del IIAMA-UPV, Teodoro Estrela del CHJ, y Francisca Segura de la Universitat de València.

Entre los hallazgos presentados, se reveló que el caudal del río Poyo experimentó velocidades máximas de hasta 8 m/s en un punto cercano a la A-3, en un tramo reducido aguas abajo. “Esa energía del flujo hace que todas las infraestructuras sean extremadamente vulnerables, lo que resalta la necesidad de adaptar nuestros enfoques de gestión a esta dinámica hídrica,” señalaron los expertos.

También se discutió la dificultad de prever fenómenos meteorológicos extremos como las danas. "La atmósfera mediterránea es altamente variable y a menudo impide la anticipación precisa de las áreas más afectadas", se señaló respecto a este suceso en particular.

Ante este panorama, se enfatizó la importancia de implementar sistemas de monitoreo en tiempo real y mejorar la comunicación del riesgo tanto a los organismos de gestión como a la población general, favoreciendo así decisiones más rápidas y efectivas.

Los ponentes coincidieron en que la gestión del riesgo debe enfocarse en mitigar los impactos sobre la población. En este sentido, se resaltó la importancia de respetar la geomorfología de los cauces y barrancos, evitar usos del suelo que incrementen la vulnerabilidad y mantener actualizadas las cartografías de peligros.

"El territorio nos indica dónde pueden surgir problemas; es fundamental escucharlo antes de que sucedan", se reiteró durante la mesa redonda.

Se subrayó también la necesidad de adoptar un enfoque integral y coordinado para la gestión de inundaciones, integrando herramientas de predicción meteorológica e hidráulica con la respuesta operativa de protección civil. Según los participantes, se puede fortalecer la resiliencia del territorio a través de soluciones multidisciplinarias, como la preservación de áreas de laminación y la adaptación de estrategias a las características específicas de cada cuenca.

Importante también fue la formación y la difusión de información sobre inundaciones a la población, la mejora en el tratamiento de avisos y alertas, y la colaboración entre instituciones para abordar efectivamente los problemas.

La apertura del evento fue realizada por José E. Capilla, rector de la UPV; Cristina Vicent, en representación de la Generalitat Valenciana; Luis Pallarés, director de la Etsiccp; y Manuel Pulido, director de la Cátedra de Cambio Climático.

Durante su intervención, se reafirmó el compromiso institucional de generar conocimientos aplicados que fortalezcan la seguridad y bienestar de la ciudadanía frente a los efectos del cambio climático.

Destacaron así la necesidad de promover un aprendizaje colaborativo entre investigadores, gestores y autoridades públicas, con el propósito de transformar la experiencia de la riada de octubre pasado en una herramienta efectiva para prevenir, prepararse y construir resiliencia ante futuros eventos extremos.

Manuel Pulido, por su parte, advirtió sobre el impacto del cambio climático en la magnitud de fenómenos extremos como la riada del año anterior. "Una atmósfera más cálida retiene más vapor de agua, y un Mediterráneo caliente incrementa la evaporación, aumentando la energía disponible en la atmósfera y favoreciendo tormentas de mayor intensidad," concluyó el director de la cátedra.